La influencia marina forja el carácter del Txakolí de Getaria, y es que el 90% de los viñedos se encuentran en tierras costeras, a menos de un kilómetro del mar. También enmarca a otros municipios del territorio histórico de Gipuzkoa. Los titulares de bodegas también son titulares de viñedos, por lo que se realiza todo el proceso productivo in situ.
Se trata de una zona de clima atlántico suave, con alta pluviometría –la media anual de precipitaciones oscila los 1.600 mm–, y temperaturas suaves, entre mínimas de 2ºC en invierno y máximas de 35ºC en periodo estival. Esto influye en la acidez y la intensidad aromática del txakolí.
Los viñedos, situados en espaldera, y sobre todo, en parral en las pendientes del sureste y en una altitud no mayor a los 100 metros, están protegidos de vientos marinos y permanecen muy expuestos al sol. La base del suelo es de arcilla con una capa de arenisca. Los racimos están alejados de la humedad del suelo, lo que favorece en su maduración.
Variedades de uva recomendada: Hondarrabi Zuri (blanca) y Hondarrabi Beltza (tinta)
Variedades de uva autorizadas: Hondarrabi Zuri Zerratia o Petit Courbu, Izkiriota o Gros Manseng, Riesling y Chardonay.
TIPOS DE TXAKOLI
Elaborada principalmente con la variedad de uva blanca Hondarrabi Zuri, es de color amarillo verde pálido a dorado. En nariz es intenso y fresco, con aromas a fruta blanca y verde, con notas de hierba fresca. En boca son ligeros y armónicos, con una equilibrada acidez y leve sensación de carbónico.
La elaboración del txakolí rosado se realiza con un mínimo del 50% de la variedad de uva tinta. Es de tonos fucsia, brillante y cristalino, con aromas a cítricos y frutas verdes, y al gusto armoniosos con recuerdos a frutas rojas ácidas y sensación carbónico.
Es producido con la variedad de uva tinta Hondarrabi Beltza, lo que le aporta tonos rojos-granates y aromas a frutos del bosque como la mora y la frambuesa. En boca son ligeros, con un punto efervescente y presencia de carbónico.
El proceso de fermentación y transformación de mosto a vino se realiza en barricas. De tonos amarillos y dorados, de intensidad media en nariz, y de gusto equilibrado, con notas de madera nueva.
La mayoría de bodegas y viñedos se encuentran en laderas del litoral. Pero la influencia del mar en el txakolí es milenaria, ya que siglos atrás acostumbraba a ser la bebida de pescadores y navegantes vascos. Después de la casi desaparición de las plantaciones a finales del siglo XIX, unos pocos viticultores inician un trabajo de renovación gestionando pequeños viñedos. El reconocimiento a ese trabajo llega en 1989, con la creación de la Denominación de Origen Getariako Txakolina, que a día de hoy sigue siendo el garante de divulgar las características de este peculiar vino y promover la innovación en su producción.