Origen e historia del Vino Rioja Alavesa
Más de 2.000 años dedicados a la producción de unos grandes vinos
Una ubicación privilegiada y estratégica
El origen del vino Rioja Alavesa guarda un estrecho vínculo con la historia y evolución de su propia tierra. Una zona que, según atestiguan los numerosos yacimientos arqueológicos de Laguardia o Elvillar, ha estado habitada desde la prehistoria, hace más de 4.700 años.
Pero la implantación del cultivo de la vid y la vinificación en Rioja Alavesa se remonta siglos atrás, unida a la llegada del Imperio Romano, que introdujo técnicas enológicas y construyó infraestructuras para la elaboración del vino.
Las explotaciones eran mayormente propiedad de monasterios y pequeños agricultores locales, donde se descuidaban las técnicas de elaboración: se mezclaban tipos de uvas, no se prestaba atención a la higiene, la uva se exprimía al máximo o la fermentación no era controlada.
La expansión de la viticultura comenzó a finales del siglo XV. Para entonces localidades como Laguardia ya pertenecían a la Hermandad de Álava. Rioja Alavesa había sido históricamente territorio donde navarros y castellanos luchaban por su control. En 1461 pasó del poder navarro a la subordinación de Castilla. Fue en 1486 cuando los Reyes Católicos dictaminaron la definitiva incorporación de dichas tierras a Álava.

El apogeo del vino
Con la entrada en la Edad Moderna, y una sociedad cada vez más concentrada alrededor de ciudades, el vino comienza a ser producto de mercado. Esto implicaría que la producción ya no fuese solo para autoabastecerse. Así, la vid pasó a ser, prácticamente, monocultivo. El vino debía guardarse en lugares frescos, lo que propició la construcción de bodegas en el subsuelo, en los bajos de las casas, bajo temperaturas constantes y humedad adecuada.
Este auge también requirió de control en el comercio del vino: se aprueban las primeras ordenanzas municipales relativas al vino. Algunas de esas ordenanzas prohibían la entrada de vinos de otros municipios, y controlaban el trasvase de uva de una zona a otra.
La primera etiqueta común de los vinos Rioja data de 1560, cuando varios productores deciden poner las iniciales de sus apellidos para garantizar la visibilidad de la procedencia del vino, fuera de la ciudad.
Las mejoras: barricas y transporte
La conservación del vino y la distancia entre los viñedos y el mar, fueron los principales problemas de la época. Los hermanos Quintano, naturales de Labastida, propusieron un sistema para poner fin a la primera de las trabas, promoviendo el uso de barricas, tal y como lo hacían en Burdeos.
Algo que en un principio no tuvo éxito, hasta que a mediados del siglo XIX, el Marqués Hurtado de Amézaga volvió a implementar esta técnica de guarda. Esta vez sí cuajó y comenzó a utilizarse con éxito.

Esto significó un envejecimiento más apropiado, ya que la madera favorecía su mantenimiento. Por su parte, la mejora de las comunicaciones, con la creación de carreteras y líneas ferroviarias, traería consigo la expansión del mercado, favoreciendo la exportación de vino.
Las plagas de oídio y filoxera que sufrieron los viñedos franceses a mediados del siglo XIX atrajeron a compradores del país galo. Compraban la uva para después llevarla a sus bodegas, lo que supuso un importante impulso económico para los cosecheros y un impulso para ampliar mercado.
Las plagas llegaron a Rioja Alavesa a finales de siglo, pero eran ya unos vinos muy reconocidos con gran mercado exterior.
Impulsados por la irrupción francesa, varios empresarios, mayormente de procedencia vizcaína, comenzaron a crear grandes bodegas comerciales en la zona. La influencia gala también se dejó notar en novedosas técnicas enológicas o el uso de botellas de carácter lujoso.
La primera Denominación de Origen
En 1925 se reconoce oficialmente la Denominación de Origen Rioja, siendo el sello más antiguo del Estado. Ampara los vinos de Rioja Alavesa, Navarra y La Rioja. Desde 1991, el Consejo Regulador obtiene la DO Calificada, y regula las zonas de producción, variedades de uva cultivadas, rendimientos máximos permitidos, o técnicas de elaboración y crianza.
La década de los 90 supone otro periodo de crecimiento y modernización del sector vitícola, con la calidad como máximo estandarte, llegando a conseguir una gran creciente reputación a nivel mundial.

El pisado de la uva
Es una labor tradicional cuyo origen reside en los primeros pueblos dedicados a la viticultura. Una vez recogida la uva, se deposita en lagares de piedra o cubas de madera, donde se procede a la primera fermentación. Actualmente existen lagares rupestres de la Edad Media, que se pueden visitar en Labastida.
Una vez finalizado el proceso, se prensan los racimos con los pies descalzos, y se utilizan los sarmientos –ramas de la vid– como filtro. El mosto o jugo contiene en un principio pieles, semillas y tallos de fruta, lo que hace que los vinos que se obtienen de esta forma tengan un gran potencial aromático y percepción frutal.
Aunque, con la modernización de técnicas de producción, es una práctica casi extinguida, aún existen bodegas artesanales que elaboran algunos vinos con el tradicional pisado.


La fiesta de la vendimia
Cada septiembre, desde 1994, Rioja Alavesa vive su gran día de fiesta: la de la vendimia, que celebra la nueva cosecha. De carácter rotatorio entre todos los municipios de la comarca, reúne a multitud de visitantes. Después del tradicional pregón a cargo de una personalidad relevante, se procede al pisado de la uva en las cubas, y se cata el primer mosto del año.